
hablamos de la raíz como de la parte de la planta que se fija al medio en el que se nutre (generalmente, el suelo). Sin embargo, ésta es una definición claramente insuficiente, ya que, en la actualidad los botánicos afirman que no existe una diferencia profunda entre raíz y tallo. A pesar de ello, limitándonos a una definición fisiológica sí podríamos hablar de la raíz como de la parte de la planta que se encarga de absorber sustancias del suelo. Existen distintos tipos de raíces, dependiendo de su forma y función: cuando trabajan como órganos de reserva, la raíz principal es preponderante y se hunde en el suelo de forma más o menos vertical (axonomorfa). También existen raíces con ramificaciones que se extienden en haces (fasciculadas) o raíces muy hinchadas (tuberiformes y tuberosas) y raíces aéreas en plantas que no están fijas en el suelo (epifitas)... Además de estos nombres, podemos oír otros términos referidos a los tipos de raíces: fibrosa, ramificada, barbadilla, napiforme, adventicia (en la base, en el ápice o en el tallo), columnar, púlcrea, neumatófora...
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